No escuchar consejos de criadores con poco éxito. Si sus opiniones fueran valiosas las habrían avalado sus
triunfos.
No creer en el tópico popular que dice que
el hermano o la hermana del campeón sirven igual que el para la cría. Por cada caso que es así cien no lo son. Depende del animal en
cuestión
No adornar sus propios gatos con virtudes que no poseen. Engañarse así mismo es el primer paso hacia el
fracaso.
No criar con mediocridades. La ausencia de una falta no significa, en ningún caso, la presencia de su
correspondiente virtud.
No valorar un semental por su descendencia de menor calidad, lo que cuenta es el nivel de los
mejores.
No permitir que la admiración por un reproductor le ciegue respecto a sus faltas. Si lo hace, pronto será
victima de su “autointoxicación”.
No emparejar animales que compartan la misma falta. Si lo hace está buscando problemas.
No olvidarse que lo que cuenta es el gato en conjunto, si pasa por alto una virtud, mientras busca
otra, lo pagara caro.
No buscar el gato perfecto para cruzar con su hembra. El gato perfecto no existe,
nunca a existido, ni existirá.
No tener miedo a criar con ejemplares que tengan faltas obvias con tal de que tengan virtudes
compensatorias. La falta de virtudes es el fallo más grave de todos.
No olvidar que sustancia, más calidad debe ser uno de sus objetivos. Cualquier tonto puede criar una cosa
sin la otra.
No conformarse nada más que con lo mejor, lo segundo mejor nunca será suficiente.